Dos grupos de investigación de Santiago ultiman el estudio de nuevos fármacos para combatir tumores y metástasis de pulmón y de páncreas, y los daños de la obesidad sobre el hígado con prevención, además del cáncer hepático. Son Nanobiofar, dirigido por la farmacéutica María José Alonso;y Metabolismo Molecular, por el biólogo Rubén Nogueiras. Los resultados de su trabajo en los últimos años ya han sido patentados y se han difundido en publicaciones internacionales de referencia. También han sido probados con éxito en animales, por lo que ahora avanzan para confirmar su aplicación en personas afectadas de esas graves enfermedades.
Nanobiofar ha desarrollado en Santiago nuevos nanomedicamentos anticancerígenos. Resultan más eficaces que los fármacos comercializados, por su capacidad para acumularse en las células tumorales y metastásicas del pulmón y páncreas, explican María José Alonso y Desirée Teijeiro, máximas responsables del proyecto.
«Hemos demostrado que esa tecnología funciona en animales. Ahora queremos confirmar el trabajo realizado y avanzar para que llegue a ser útil en pacientes. Para eso vamos a profundizar en las exigencias de calidad de las agencias que regulan la aprobación de nuevos medicamentos», indica Alonso.
La plataforma nanotecnológica del grupo ha patentado -y tiene otra patente en fase de registro- una nueva forma de administrar citotóxicos (fármacos utilizados en quimioterapia), de forma más selectiva a las células tumorales o metastásicas que interesa combatir, no a las sanas;. De esta forma se puedan administrar anticuerpos monoclonales, que hasta el momento no han podido utilizarse. La ventaja de los nuevos vehículos para administrar fármacos que han diseñado es que cambian las propiedades de esos medicamentos, afirma.
Rubén Nogueiras investiga sobre la nueva aplicación de un fármaco, usado hace años para tratar el cáncer y destinarlo para el hígado graso, una consecuencia de la obesidad, para la que no hay aún un medicamento.
«Estamos ante una enfermedad que progresa, en distintas fases: hígado graso, esteatohepatitis, fibrosis, cirrosis y puede desarrollar cáncer de hígado, aunque no siempre. Un paciente con hígado graso hace vida normal, la mayoría de las veces no siente dolor ni síntomas. Pero si avanza a esteatohepatitis los daños son más importantes y puede alterar el funcionamiento del hígado. Además, la esteatohepatitis es irreversible, no es suficiente cambiar el estilo de vida con una buena dieta y ejercicio. Se necesita un fármaco eficiente y no lo hay», dice Nogueiras.
Su grupo demostró cómo modificando la expresión de un gen, p53, un supresor tumoral conocido, el hígado almacena menos grasa. Ahora buscan que pueda beneficiar a enfermos con hígado graso o esteatohepatitis.
Un programa de investigación gallego favorece poder acelerar la aplicación clínica
Estos proyectos se benefician del programa Ignicia, promovido por la Xunta y la Fundación Barrié, que pretende facilitar la comercialización de avances obtenidos en la investigación gallega. Nanobiofar consiguió una ayuda de 838.000 euros para invertir en un máximo de 18 meses; y 200.000 el grupo de Metabolismo Molecular, para dos años.
«Para nuestro grupo supone avanzar un paso más, llevar nuestros resultados a pacientes. Nuestro objetivo es licenciar una patente a una compañía farmacéutica, por el atractivo comercial que supondría el tratamiento para el hígado graso y la esteatohepatitis, debido a su innovación y al elevado número de personas que podría beneficiar. Trabajamos para cambiar el fin de un medicamento ya aprobado, por lo que los plazos para la nueva aplicación que proponemos podrían reducirse mucho. El programa Ignicia supone un gran esfuerzo, que no tienen otras comunidades», explica Nogueiras. «Se necesitará un estudio del fármaco que proponemos a gran escala en pacientes, eso cuesta millones de euros y aquí no tenemos capacidad para hacerlo, por eso precisamos el amparo de una farmacéutica», agrega.
María José Alonso y Desirée Teijeiro indican que su grupo ha invertido más de dos millones de euros en la última década en la línea de nuevos medicamentos anticancerígenos. Participar en el programa Ignicia les permitirá «cubrir una fase imprescindible para pasar del tratamiento eficaz en animales a la fase clínica en humanos. Para conseguirlo, y que nadie se adelante, hace falta mucho dinero en poco tiempo», dice Alonso. «Es lo que se conoce como valle de la muerte: muchos proyectos prometedores se caen en esa fase previa necesaria para llegar a la clínica por falta de financiación», sostiene Desirée.