A partir de 30 de IMC, el paciente padece OBESIDAD, lo que se considera un problema de salud a todos los efectos (la obesidad es una enfermedad). Es a partir de aquí, cuando comienzan a desarrollarse cambios inflamatorios que conducen con los años al desarrollo de la diabetes del adulto, la hipertensión, la elevación del colesterol y los triglicéridos etc.
El acúmulo de grasa en el organismo, y principalmente la grasa que infiltra y rodea a todas las vísceras abdominales, causa un proceso inflamatorio subagudo, mediado por radicales libres, que produce una daño progresivo de la capa interna de las arterias.
El exceso de nutrientes y la disfunción del hígado por la infiltración grasa, producen un depósito de grasas y azúcares en los vasos, causando arterioesclerosis e hipertensión.
El acúmulo de grasa produce una disfunción hormonal, con dismenorreas e infertilidad, y un bloqueo insulínico que en sí mismo retroalimenta positivamente el aumento de la obesidad.
La obesidad causa problemas emocionales, que inducen en la mayoría de los casos al retraimiento y a la sensación de exclusión social en ambientes donde se realizan actividades físicas (gimnasios, playas…); además, con frecuencia se utilizan los alimentos como refugio de los problemas emocionales. Ambos fenómenos, retroalimentan positivamente la obesidad.