A lo largo de la última década estamos asistiendo a un importante incremento, prácticamente exponencial, de la cirugía robótica en todo el mundo. Actualmente, la especialidad de Cirugía General y Aparato Digestivo, es la primera especialidad quirúrgica en la utilización del robot, a gran distancia del resto. La Cirugía Bariátrica, es una de las principales beneficiadas de esta implementación, siendo la segunda área de superespecialización de Cirugía General, tras la Coloproctología, en la utilización del robot.
En España, actualmente hay distribuidos en los distintos hospitales de nuestra geografía unos 70 sistemas robóticos de asistencia quirúrgica. Hasta 2020 se han realizado más de 700 cirugías bariátricas robóticas, incluyendo diferentes técnicas tanto primarias (gastrectomía vertical, bypass gástrico, SADIS) como cirugías de revisión, con resultados satisfactorios.
Y es que, la cirugía robótica en general y en Cirugía Bariátrica en particular, aporta grandes mejoras sobre la laparoscopia, como las relativas a la precisión y libertad de movimientos o visión del campo quirúrgico, entre otras, preservando las propias ventajas de la laparoscopia. A ello, se une la gran aportación en la resolución de los problemas de ergonomía respecto a la colocación de trócares, distancia del cirujano al campo quirúrgico y dificultad de acceso, maniobrabilidad y limitaciones en el espacio de trabajo, propias de los pacientes con IMC muy altos, donde es más destacable el beneficio de la robótica. De manera que el cirujano bariátrico es capaz de realizar intervenciones de gran demanda técnica, eliminando uno de los principales componentes de desgaste físico y dificultad inherentes a las intervenciones sobre el paciente con obesidad mórbida.
La tecnología robótica en cirugía se ha mostrado factible y segura para gran cantidad de procedimientos quirúrgicos benignos, como son los procedimientos de Cirugía Bariátrica, pero también para procesos oncológicos, en relación a los cuales cada vez hay más estudios que pretenden constatar estos beneficios con suficiente evidencia científica. Aunque en los inicios de la robótica, la curva de aprendizaje y el periodo de preparación del robot para la intervención alargaban ostensiblemente los tiempos quirúrgicos, éstos son cada vez más comparables a los de la laparoscopia, en las sucesivas series más actualizadas.
Sin embargo, aún el elevado coste directo de estos dispositivos constituye uno de sus mayores escollos para la generalización de la cirugía robótica. Es posible que la demostración de la amortización de dicho gasto mediante un análisis global ponderado con sus ventajas, unido a la universalización de su uso y progresiva generación de evidencia científica que apoye estos beneficios, irá mostrando en un futuro inmediato, que el camino que se ha iniciado con la robótica, no tiene marcha atrás.
Mª Asunción Acosta Mérida